Tras la muerte de Francisco, el pasado lunes 21 de abril, el Vaticano se prepara para la realización de un cónclave o reunión que celebra el Colegio Cardenalicio para elegir a un nuevo Papa.
El primero se efectúo en 1241, con la elección de Celestino IV. Pero el más famoso, por su duración, fue el que se inició a finales de 1268 en Viterbo, en el centro de Italia, tras la muerte en esa misma ciudad de Clemente IV.
Actualmente está en vigor la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, sobre la vacante de la sede apostólica y la elección del pontífice, del 22 de febrero 1996, reseña Aciprensa.
El artículo 37 establece que el cónclave, proviene del latín “cum clave” es decir “con llave”, comenzará 15 días después de la vacante, aunque el Colegio de Cardenales puede establecer otra fecha, que no puede retrasarse más de 20 días desde la vacante.
Solo cardenales menores de 80 años
Aunque todos los cardenales son convocados, solo pueden votar los menores de 80 años, previa asistencia a una misa en la Basílica de San Pedro.
Luego, se reúnen en la Capilla Sixtina para una segunda misa en la que los mayores de 80 años abandonan el recinto e inicia el cónclave a puerta cerrada, sin comunicación con el exterior, tras marchar en procesión mientras entonan la Letanía de los Santos y cantan el “Veni Creator”, invocando al Espíritu Santo.
En ambas eucaristías se expone el estado actual de la Iglesia y se sugieren las cualidades necesarias que debe poseer el obispo de Roma en el momento.
Una vez dentro, ante el Juicio Final de Miguel Ángel, jurarán y luego el maestro de ceremonias echará a los ajenos proclamando «Extra omnes» (fuera todos) y cerrará sus puertas para garantizar la más absoluta privacidad. Se usan incluso inhibidores de frecuencia.
Esta jornada histórica se realiza, además, sin medios audiovisuales de grabación y transmisión al exterior.
La legislación canónica no impone requisitos para ser elegido Papa. Por lo tanto, se deben considerar requisitos los propios del derecho divino para ser obispo, es decir, ser varón con pleno uso de razón. En la práctica, sin embargo, desde hace muchos siglos el elegido ha sido siempre cardenal.
Gana quien tenga dos tercios de todos los votos
La elección por escrutinio, el único modo actualmente válido para elegir al Papa. Se realiza a través de la votación, individual y secreta, de los cardenales electores.
Se deben realizar dos votaciones cada día, dos por la mañana y dos por la tarde, además de una votación la tarde en que comienza el cónclave.
Se realiza en papeletas rectangulares que tienen impresa la frase: “Elijo como Sumo Pontífice a”.
Nueve de los cardenales son elegidos al azar: tres como escrutadores; tres como ‘infirmarii’, cuya labor es ir con la urna hasta los aposentos de los cardenales enfermos, en caso de que los haya, para facilitarles la votación; y otros tres como revisores, para asegurar que el proceso es llevado a cabo con claridad.
Luego, cada purpurado llevará su papeleta hasta la urna y, ante los escrutadores, pronunciará el juramento: «Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien en presencia de Dios, creo que debe ser elegido». Después colocará la papeleta en un plato y con éste la deslizará en la urna.
Una vez que los cardenales depositan su voto, los escrutadores comienzan a contarlos, recitando a viva voz el nombre de los elegidos y cada voto se anota en un registro. Gana quien tenga dos tercios de todos los sufragios.
El artículo 74 prevé que, si después de 24 escrutinios los cardenales no consiguen ponerse de acuerdo sobre el elegido, podrán decidir por mayoría absoluta el modo de proceder, pero nunca se deberá prescindir del requisito de exigir mayoría simple para que sea válida la elección, indica Aciprensa.
“Habemus Papam”
Cada proceso de votación se anuncia a través de una chimenea en la Capilla Sixtina. Si sale humo negro, significa que no ha sido elegido ningún candidato. Pero, si es blanco, significa que se eligió un nuevo Papa. Se utilizan químicos para ello.
Cuando un cardenal recibe los dos tercios de los votos necesarios, el decano del Colegio Cardenalicio le pregunta si acepta su elección. Si acepta, desde ese momento adquiere de hecho la plena y suprema potestad sobre la Iglesia universal. Le preguntará luego cómo quiere ser llamado. Elige un nombre y se viste con las prendas papales en la sacristía de la Capilla Sixtina.
Posteriormente, los cardenales le rinden homenaje y le prestan obediencia. Después, el cardenal protodiácono anuncia desde el balcón de la Basílica de San Pedro al pueblo reunido en la plaza de San Pedro la elección del nuevo Papa, usando la tradicional fórmula: “Habemus Papam! (Tenemos Papa)».
El nuevo pontífice sale a presentarse ante el mundo e imparte la bendición Urbi et Orbi.