Un grupo de familiares y activistas de derechos humanos que viajó desde Venezuela hasta El Salvador con la esperanza de visitar a sus seres queridos, detenidos en el Centro de Confinamiento de Terrorismo (Cecot) tras ser deportados de Estados Unidos, se fue con las manos vacías. Las autoridades salvadoreñas no respondieron a su petición de visita.
«Venía con mucha ilusión, le prometí a mi hermana que pronto el joven estaría en libertad. No quiero que pierdan la fe. Estuvimos tan cerca, pero a la vez tan lejos», lamentó Jhoanna Sanguino a la agencia de noticias AFP, poco antes de abandonar El Salvador. Sanguino es tía de Widmer Agelvis Sanguino, de 24 años de edad, uno de los venezolanos deportados.
Este es el primer viaje que realizan familiares de los migrantes venezolanos que se encuentran en la mega cárcel salvadoreña. Estos migrantes fueron acusados por el gobierno de Donald Trump de tener «vínculos» con la banda criminal Tren de Aragua.
La expulsión de más de 200 venezolanos de territorio estadounidense, ocurrida el 15 de marzo, fue un proceso de deportación fuertemente cuestionado por organismos de derechos humanos e instancias internacionales.
Jhoanna Sanguino, junto a Reina Cárdenas –amiga de Andry Hernández Romero, un estilista de 32 años de edad también deportado–, y activistas de la Fundación El Amparo Internacional, representan a una decena de deportados originarios del estado Táchira, Venezuela.
Los familiares habían presentado una solicitud formal ante la Dirección de Servicios Penitenciarios para poder ver a sus parientes, pero no obtuvieron ninguna respuesta. Explicaron al diario La Nación que el objetivo de su viaje no solo era ver a sus familiares y verificar su estado, sino también entregar todas las denuncias y documentos que prueban que los tachirenses que representan no tienen antecedentes penales y son personas de bien.
Con información de AFP.