Sergio Alfieri, médico del hospital Gemelli que se ocupó del papa Francisco durante su hospitalización, reveló que hubo un momento «en el que se tuvo que decidir entre parar y dejarlo ir o probar con todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo un riesgo muy alto», enentrevista publicada este martes 25 de marzo en el diario «Corriere della Sera».
Alfieri, quien ya operó al pontífice argentino, de 88 años, en pasadas ocasiones, afirmó en la entrevista con el reconocido medio italiano que en ese momento «Francisco sabía que podía morir» y «los que estaban a su alrededor tenían lágrimas en los ojos» y él mismo dijo: «Esto es malo».
Confesó el especialista que el peor momento de los 38 días que el obispo de Roma pasó en el hospital por una infección respiratoria que derivó en una neumonía bilateral fue el 28 de febrero, cuando tuvo un episodio de broncoespasmo, según publica la agencia EFE.
«Por primera vez vi lágrimas en los ojos de algunas personas a su alrededor. Personas que, según he podido entender durante este periodo de hospitalización, lo quieren sinceramente, como a un padre. Todos sabíamos que la situación había empeorado aún más y que existía el riesgo de que no lo lográramos», desveló Alfieri.
Explicó, además, el médico: «Tuvimos que elegir entre parar y dejarlo ir o forzarlo y probar todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo el riesgo muy alto de dañar otros órganos. Y al final tomamos este camino».
Decisión del médico personal
Fue «Massimiliano Strappetti, su médico personal, que conoce perfectamente los deseos del Papa», quien tomó la decisión, reveló el doctor del Gemelli. «Inténtalo todo, no te rindas. Eso es lo que todos pensábamos también. Y nadie se rindió».
Señaló también que el pontífice se dio cuenta de que podía morir «porque incluso cuando su condición empeoró, estaba completamente consciente».
«Aquella noche fue terrible, él sabía, como nosotros, que quizá no sobreviviera a aquella noche. Vimos al hombre que estaba sufriendo. Pero desde el primer día nos pidió que le dijéramos la verdad sobre sus condiciones», agregó.
«Durante días corrimos el riesgo de dañar los riñones y la médula ósea, pero seguimos adelante, luego el organismo respondió a los tratamientos y la infección pulmonar mejoró», describió, reseña EFE.
Contó que después llegó el segundo episodio en el que el obispo de Roma estuvo a punto de morir: «Estábamos saliendo del momento más duro, mientras el papa comía, vomitó y aspiró. Fue el segundo momento verdaderamente crítico porque en estos casos, si no se rescata con prontitud, existe el riesgo de muerte súbita además de complicaciones en los pulmones que ya eran los órganos más comprometidos. Fue terrible, realmente pensamos que no lo lograríamos».
Y sobre los rumores de que había fallecido,comentó que el Papa «siempre estaba informado de lo que ocurría y siempre reaccionaba con su ironía habitual».
Respecto a la nueva etapa de convalecencia destaca que «hay prescripciones que se deben observar, como evitar el contacto con grupos de personas o con niños que puedan ser vehículo de nuevos contagios. Cuando se fue conversamos y prometimos no desperdiciar el esfuerzo que habíamos realizado».
«Pero él es el papa, no somos nosotros los que podemos dictar el comportamiento», añade.