Caracas.- Cada Domingo de Resurrección, justo cuando la Semana Santa cierra su ciclo de fe y esperanza, Venezuela enciende otra tradición profundamente arraigada: la Quema de Judas. Lo que empezó como un rito simbólico de castigo al traidor bíblico, ha evolucionado aquí en una poderosa expresión de desahogo popular, sátira política y memoria colectiva.
Originaria de Europa, la tradición se remonta al siglo XV, pero en Venezuela adquirió un tono propio. Desde los barrios de Caracas hasta los pueblos más recónditos, se elaboran muñecos de trapo, papel periódico o cartón, representando al «traidor del año». La identidad de este Judas varía según la creatividad y la rabia del pueblo.
Judas criollo: entre la sátira y la denuncia
Durante años, han sido «quemados» como Judas desde políticos nacionales, hasta figuras del espectáculo, pasando por delincuentes famosos y empresarios polémicos. La tradición ha encendido nombres como:
- Nicolás Maduro, en varias regiones y años, como símbolo de frustración por la crisis económica.
- Juan Guaidó, en sectores adversos a su liderazgo opositor.
- El «Conejo», líder criminal abatido en 2023, fue representado como Judas por varias comunidades en Aragua y Miranda.
- Gerentes de empresas de servicios públicos, como Corpoelec o Hidrocapital, especialmente en épocas de apagones y escasez.
- Incluso figuras internacionales como Donald Trump y Elon Musk han sido usados como Judas simbólicos, en clave de burla o protesta global.
Una tradición que sigue hablando fuerte
Más allá del muñeco y el fuego, la Quema de Judas representa la válvula cultural que permite al pueblo expresar su inconformidad con humor, irreverencia y mucha creatividad. En muchos pueblos, las figuras vienen acompañadas de un “testamento” en verso, en el que se enumeran sus pecados: desde la corrupción, pasando por los malos servicios, hasta la inseguridad o la traición política.
Este 2025, varias comunidades han convocado desde redes sociales la elaboración de sus Judas, y se espera que la jornada de hoy culmine con fuegos simbólicos en distintas ciudades del país.
La tradición sigue viva, y arde más fuerte cuando la indignación se combina con la la esperanza.
Por Vanguardia Venezuela
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